miércoles, 20 de marzo de 2013

PROPAGANDA DE GUERRA

Para Hitler la propaganda de guerra del enemigo fue de gran enseñanza para la vida política.

La propaganda es un medio y debe ser considerada desde el punto de vista del objetivo al cual sirve.  Su forma, en consecuencia, tiene que estar condicionada de modo que apoye el objetivo perseguido. Hitler buscaba la libertad e independencia de su pueblo  trataba de asegurar la subsistencia y el porvenir, procuraba el honor de la nación. Para Hitler sin honra se acostumbra a  perder la libertad y la independencia, tarde o temprano. Eso, a su vez, corresponde a una justicia  más elevada, pues generaciones de vagabundos sin honra no merecen la libertad. El pueblo alemán luchó por el derecho a una humana existencia, y apoyar esa lucha debió haber sido el objetivo de su propaganda de guerra. Las cuestiones vitales de la importancia de la lucha por la vida de un pueblo anulan todas las consideraciones de orden estético. La mayor fealdad en la vida humana es y será siempre el yugo de la esclavitud.

La propaganda durante la guerra era un medio para un determinado fin, y ese fin era la lucha por la existencia del pueblo alemán. Según esto, las armas más crueles eran humanas, si es que su empleo determinaba la pronta consecución de la victoria; y en este orden, buenos eran sólo aquellos métodos capaces de contribuir a asegurarle a la Nación la dignidad de su soberanía. Toda acción de propaganda tiene que ser necesariamente popular y adaptar su nivel intelectual a la capacidad receptiva del más limitado de aquellos a los cuales está destinada. Es decir Adolfo Hitler pensaba que la propaganda de guerra debía y tenía que ser dirigida a la mas, a la gente en multitud y no a los intelectuales, para él la convicción sobre la  masa significaba tener aceptación y convicción para toda una nación. Era mejor tener el apoyo de la mayoría que el apoyo de solo unos cuantos. El arte de la propaganda reside justamente en la comprensión de la mentalidad y de los sentimientos de la gran masa. La finalidad de la propaganda no consiste en compulsar los derechos de los demás, sino en subrayar con exclusividad el suyo propio. Durante toda la guerra se emplearon los principios fundamentales reconocidos correctos, así como las formas de ejecución, sin que se intentara nunca la más mínima modificación. Al principio, esa táctica parecía descabellada en el atrevimiento de sus afirmaciones. Se volvió más tarde desagradable, y al final creída. Y es así como al cabo de cuatro años y medio estalló en Alemania una revolución, cuyo lema provenía de la propaganda de guerra enemiga. Inglaterra se había percatado de algo más al considerar que el éxito del arma espiritual de la propaganda dependía de la magnitud de su empleo, y que ese éxito compensaba plenamente todo esfuerzo económico.
La propaganda era considerada allí como un arma de primer orden.



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