miércoles, 6 de marzo de 2013

continuación

 continuación de la lectura http://imperiohitler.blogspot.mx/2013/02/continuación.html

Surgió entonces el problema de los turistas-inmigrantes. Ante las amenazas de Eichmann, y frustrados por la necesidad de obtener permisos de inmigración, algunas decenas de judíos alemanes y austríacos llegaron a Veracruz con visados de turistas, válidos por seis meses, confiando en que, una vez en México, lograrían legalizar su situación. La llegada de inmigrantes ilegales y carentes de recursos cogió desprevenido al Comité Pro Refugiados. En septiembre, el Comité empezó a ayudar a muchos de ellos, que no podían mantenerse a sí mismos por estarles vedado el trabajar. Se atendió a sus necesidades inmediatas estableciendo un hogar de refugiados, pero seguía en pie el problema de su situación, una vez expirasen sus visados. La Secretaría de Gobernación no esperó tanto.
El 6 de octubre de 1938, agentes secretos inspeccionaron el hogar de refugiados, interrogaron a los inmigrantes y confiscaron su documentación. Al día siguiente, se arrestó a catorce de estos turistas-inmigrantes y luego se les dejó en libertad, dándoles treinta días para salir de México, o sea mucho antes de la fecha de expiración de sus visados. Desesperados, esos "turistas" declararon que preferían suicidarse a ser deportados, y así el Comité Pro Refugiados tuvo que hacer frente a la tarea de salvarlos. El argumento de que eran refugiados políticos recibió un rechazo tajante de la Secretaría de Gobernación, la cual emitió un comunicado declarando que se trataba de falsos turistas y no de refugiados políticos, según México entendía ese término, y que no se podía autorizar su permanencia ya que el Comité Intergubernamental todavía no había determinado cuáles serían las obligaciones de México respecto a refugiados.
El 22 de octubre, estando aún por decidirse la suerte de los catorce refugiados, llegó a Veracruz en el barco Orinoco otro grupo de 22 "turistas" judíos. Las autoridades de migración, avisadas de antemano, no los dejaron desembarcar. El barco siguió a Tampico y volvió a Veracruz, antes de zarpar de regreso para Europa vía Cuba. Ese itinerario dejaba tiempo para hacer diligencias: de Estados Unidos llegaron solicitudes dirigidas al Presidente Cárdenas; en la capital, la Cámara de Comercio Israelita solicitó su admisión temporaria y se ofreció a garantizar su salida; a su vez, el Comité Pro Refugiados envió un delegado al puerto, para lo que más tarde describió como "verdadero comercio en seres humanos". Todo fue inútil: el Orinoco tuvo que zarpar de regreso con 21 de los turistas-refugiados.
El lo de noviembre de 1938 llegó otro barco, el Iberie, con quince judíos alemanes a bordo, que fueron más afortunados, porque el agente del Comité Pro Refugiados logró, mediante un pago, que se les dejara desembarcar. Tal fue el carácter de aquella inmigración: personas aisladas o pequeños grupos, ingresando subrepticiamente al país.

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