continuación de la lectura http://imperiohitler.blogspot.mx/2013/02/continuación.html
Surgió
entonces el problema de los turistas-inmigrantes. Ante las amenazas de
Eichmann, y frustrados por la necesidad de obtener permisos de inmigración,
algunas decenas de judíos alemanes y austríacos llegaron a Veracruz con visados
de turistas, válidos por seis meses, confiando en que, una vez en México,
lograrían legalizar su situación. La llegada de inmigrantes ilegales y carentes
de recursos cogió desprevenido al Comité Pro Refugiados. En septiembre, el
Comité empezó a ayudar a muchos de ellos, que no podían mantenerse a sí mismos
por estarles vedado el trabajar. Se atendió a sus necesidades inmediatas
estableciendo un hogar de refugiados, pero seguía en pie el problema de su
situación, una vez expirasen sus visados. La Secretaría de Gobernación no
esperó tanto.
El
6 de octubre de 1938, agentes secretos inspeccionaron el hogar de refugiados,
interrogaron a los inmigrantes y confiscaron su documentación. Al día
siguiente, se arrestó a catorce de estos turistas-inmigrantes y luego se les
dejó en libertad, dándoles treinta días para salir de México, o sea mucho antes
de la fecha de expiración de sus visados. Desesperados, esos
"turistas" declararon que preferían suicidarse a ser deportados, y
así el Comité Pro Refugiados tuvo que hacer frente a la tarea de salvarlos. El
argumento de que eran refugiados políticos recibió un rechazo tajante de la
Secretaría de Gobernación, la cual emitió un comunicado declarando que se
trataba de falsos turistas y no de refugiados políticos, según México entendía
ese término, y que no se podía autorizar su permanencia ya que el Comité Intergubernamental
todavía no había determinado cuáles serían las obligaciones de México respecto
a refugiados.
El
22 de octubre, estando aún por decidirse la suerte de los catorce refugiados,
llegó a Veracruz en el barco Orinoco otro grupo de 22 "turistas"
judíos. Las autoridades de migración, avisadas de antemano, no los dejaron
desembarcar. El barco siguió a Tampico y volvió a Veracruz, antes de zarpar de
regreso para Europa vía Cuba. Ese itinerario dejaba tiempo para hacer
diligencias: de Estados Unidos llegaron solicitudes dirigidas al Presidente
Cárdenas; en la capital, la Cámara de Comercio Israelita solicitó su admisión
temporaria y se ofreció a garantizar su salida; a su vez, el Comité Pro
Refugiados envió un delegado al puerto, para lo que más tarde describió como
"verdadero comercio en seres humanos". Todo fue inútil: el Orinoco
tuvo que zarpar de regreso con 21 de los turistas-refugiados.
El
lo de noviembre de 1938 llegó otro barco, el Iberie, con quince judíos alemanes
a bordo, que fueron más afortunados, porque el agente del Comité Pro Refugiados
logró, mediante un pago, que se les dejara desembarcar. Tal fue el carácter de
aquella inmigración: personas aisladas o pequeños grupos, ingresando
subrepticiamente al país.
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