Adolfo Hitler, el mismo cuenta
su experiencia nada fácil cuando llego a la ciudad de Viena, lo describe como
algo trágico pero a la vez oportuno ese lapso e su vida, pues fue en ese
entonces cuando Hitler hace una muy objetiva critica de la Vida que se daba en
ese país, la abúndate diferencia entre los ricos y los pobres, la diferencia de
lo que es ser un simple peón como lo fue el, a ser una persona perteneciente a
la clase alta y refinada. Pero lo más impórtate y que puntualiza mucho en este capítulo
es la falta de nacionalización, como él lo llama falta de "orgullo nacional"
y la falta de moral de las personas para sentirse pertenecientes y ser fieles a
sus principios nacionales. Hitler describe como empezó a trabajar de peón para
ganarse el pan de cada día y así mismo describe la vida de las personas que
experimentaban y vivía la falta de comida y sustento. También cuenta que después
empezó a valerse por sí mismo y fue acuarelista y dibujante que fue posible
para lograr el complemento teórico necesario para su apreciación íntima del problema social.
Hitler narra en tal
capitulo el cómo impugnaba ante la opinión de la gente, los esclavos, los
trabajadores acerca de temas como la religión, política, educación él lo tomaba
como algo infame, creía y decía que todo aquello era infame, así pues empezó a
estudiar, defender los derechos de los trabajadores a través de los sindicatos,
empezó a crear su propio criterio hacia Viena y su organización y detalla como
de débil cosmopolita debió convertirse en antisemita fanático.
Entre los puntos más importantes
de este capítulo encontramos:
Hitler dice No se olvide que “parvenu” es todo aquel que
por propio esfuerzo sale de la clase social en que vive para situarse en un
nivel superior. Ese batallar, con frecuencia muy rudo, acaba por destruir el
sentimiento de conmiseración. La propia dolorosa lucha por la existencia anula
toda comprensión para la miseria de los relegados. De la desigualdad social
existente describe:
NO CABE EN EL CRITERIO DE
TALES GENTES COMPRENDER QUE UNA ACCIÓN SOCIAL NO PUEDE EXIGIR ELTRIBUTO DE LA
GRATITUD PORQUE ELLA NO PRODIGA MERCEDES, SINO QUE ESTÁ DESTINADA A
RESTITUIRDERECHOS.
Durante mi lucha por la
existencia, en Viena, me di cuenta de que la obra de acción social jamás puede
consistir en un ridículo e inútil lirismo de beneficencia, sino en la
eliminación de aquellas deficiencias que son fundamentales en la estructura
económico-cultural de nuestra vida y que constituyen el origen de la
degeneración del individuo o por lo menos de su mala inclinación.
El problema de la “nacionalización”
de un pueblo consiste, en primer término en crear sanas condiciones sociales
como base de la educación individual. Porque solo aquel que haya aprendido en
el hogar y en la escuela a apreciar la grandeza cultural y económica.
Como la socialdemocracia
conoce por propia experiencia la importancia de la fuerza, cae con furor sobre
aquellos en los cuales supone la existencia de ese casi raro elemento, e
inversamente, halaga a los espíritus débiles del bando opuesto, cautelosa o
abiertamente, según la calidad moral que tengan o que se les atribuya. La
socialdemocracia teme menos a un hombre de genio, impotente y falto de
carácter, que a uno dotado de fuerza natural, aunque huérfano de vuelo
intelectual. Esta es una táctica que responde al preciso cálculo de todas las
debilidades humanas y que tiene que conducir casi matemáticamente al éxito, si
es que el partido opuesto no sabe que el gas asfixiante se contrarresta sólo
con el gas asfixiante. A los espíritus pusilánimes hay que recalcarles que en
esto se trata del ser o del no ser.
Como consecuencia del hecho
de que la burguesía en infinidad de casos, procediendo del modo más desatinado
e inmortal, oponía resistencia hasta a las exigencias más humanamente
justificadas. Solo el conocimiento del judaísmo da la clave para la comprensión
de los verdaderos propósitos de la social democracia.


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