Como es a bien saber de todos
ustedes, Adolf Hitler nació en la pequeña ciudad de Braunau am Inn; Braunau,
Berlín Alemania en 1889. Esta insignificante población fue, hace más de cien
años, escenario de un trágico suceso que conmovió a toda la Nación alemana, su
nombre quedaría inmortalizado por lo menos en los anales de la historia de
Alemania.
En la época de la más terrible
humillación impuesta a nuestra patria, rindió allí su vida el librero de
Nürnberg, Johannes Palm, obstinado nacionalista y enemigo de los franceses. Se
había negado rotundamente a delatar a sus cómplices revolucionarios, mejor
dicho, a los verdaderos promotores. Murió igual que Leo Schlageter, y como
éste, Johannes Palm fue también denunciado a Francia por un funcionario. Un
director de policía de Augsburgo cobró la triste fama de la denuncia y creó con
ello el tipo de las autoridades alemanas del tiempo del señor Severing.
En esa pequeña ciudad sobre el
Inn, bávara de origen, austríaca políticamente, y ennoblecida por el
martirologio alemán vivieron sus padres, allá por el año 1890. Su padre era un
leal y honrado funcionario. Su madre, ocupada en los quehaceres del hogar, tuvo
siempre para sus hijos invariable y cariñosa solicitud. Pronto su padre tuvo
que abandonar el lugar que había ganado su afecto, para ir a ocupar un nuevo
puesto en Passau, es decir, en Alemania. Su padre, hijo de un simple y pobre
campesino, no había podido resignarse en su juventud a permanecer en la casa
paterna.
Salió en busca de un mejor
horizonte, todos en la aldea le decían que no lo hiciera, por que pronto iba a
desfallecer. Al llegar a la gran urbe hizo cursos en un taller, pero aun con la
idea de que su papá de Hitler merecía algo más, salió en busca de su gran
sueño. a los 23 años ya era funcionario en Alemania. Ni el reconocía a su aldea
ni su aldea a él.
Adolf Hitler por esos tiempos ya
comenzaba a forjarse sus propios ideales, sin embargo, el no compartiría el
mismo gusto por el trabajo de su padre. Sus grandes dotes de orador en ese
entonces ya comenzaban a desarrollarse, en la escuela era difícil de pillar.
Participaba en el coro de las fiestas parroquiales, y ese gusto por hablar le
duro aunque no por mucho tiempo.
En el estante de libros de su
padre, encontró diversas obras militares. Desde ese entonces, la lectura
relacionada con la vida militar o la guerra pronto la acogió como su lectura
predilecta.
En ese entonces ya su padre,
pensando y basado en sus experiencias de niño, él sabía que su hijo debía ser
como él: un gran funcionario, ya no que en la vida no valía nada más que el
trabajo mismo del individuo. Por primera vez en su vida, Adolf Hitler a la edad
de 11 años, tuvo que enfrentarse a su padre para decirle que él no quería ser
funcionario. Hitler sin lugar a duda tenía un vasto conocimiento desde pequeño,
le gustaba pasar tiempo al aire libre. A los 13 años, Hitler opone su proyecto
de vida contra el de su padre, y curiosamente se da cuenta que tenía vocación
para la pintura.
Más tarde Hitler, hizo de la
Historia su materia predilecta. Ya en ese tiempo fascinado por la lectura comenzó
a forjarse como un joven revolucionario. Cuando cumple 13 años, su padre muere
por un ataque de apoplejía. Su madre, guardando la última voluntad de su esposo
y padre de Hitler, siguió instruyéndolo para funcionario, pero una enfermedad
pulmonar vino en su ayuda: el médico le aconsejo a su madre que en lo absoluto
impidiera que Hitler se dedicara a trabajos de oficina. Dos años más tarde,
muere su madre. Afligido por el dolor que le causo y totalmente desamparado económicamente,
con una maleta en mano y la voluntad inquebrantable de ser "alguien"
en la vida (pero menos funcionario) Adolf Hitler salió a Viena.

Wow.
ResponderEliminarSabia de esto, pero la forma en que se cuenta dista mucho del relato oficial.