LA PRIMERA FASE DEL DESARROLLO DEL
PARTIDO OBRERO ALEMÁN NACIONALSOCIALISTA

El problema de la reconstitución del poderío
político de Alemania fue según Hitler, una cuestión primordial que afectaba al
saneamiento de su instinto de conservación nacional y esto porque la experiencia
demuestra que toda política exterior de acción preparatoria, así como la
valorización de un Estado, dependen en menor escala de los elementos bélicos
disponibles que de la capacidad de resistencia moral, ya evidenciada o
simplemente supuesta, de una nación.
La importancia que adquiere un país como
aliado se valora por la notoria presencia de un vibrante espíritu de conservación
nacional y de un heroísmo hasta el sacrificio, y no por la simple posesión
material de elementos bélicos inanimados, pues, una alianza no se pacta con
armas, sino con hombres. Un joven movimiento que se impone como finalidad la
reconstrucción del Estado alemán con soberanía propia, debe por entero concentrar
su actividad en la tarea de ganar la adhesión de las masas. La joven generación intelectual alemana que en
otoño de 1914 cayera en las llanuras de Flandes debió después hacer enorme
falta. Había sido pues la élite de la nación y su pérdida no fue posible
compensarla en el curso de toda la guerra. No solamente la lucha es
irrealizable cuando los batallones que se lanzan al ataque no cuentan en sus
filas con la masa obrera, sino que resulta también utópica la preparación de
carácter técnico sin la espontánea cohesión interior del organismo nacional.
Fue por eso por lo que ya en el año 1919
Hitler se halló persuadido de que el
nuevo movimiento debía lograr previamente como objetivo capital, la
nacionalización de las masas. De ahí resultaron, desde el punto de vista táctico,
una serie de postulados:
1º Ningún sacrificio social resultará
demasiado grande, cuando se trate de ganar a las masas para la obra del resurgimiento
nacional. Quiere esto decir que un movimiento que aspira a reincorporar al
obrero de Alemania al seno del pueblo alemán, tampoco debe detenerse ante
sacrificios económicos, mientras éstos no impliquen una amenazar para la
autonomía y la conservación de la economía nacional.
2º La educación nacional de la gran masa
puede llevarse a cabo únicamente en forma indirecta, mediante un mejoramiento
social, ya que sólo gracias a éste, son susceptibles de crearse aquellas
condiciones económicas que permitan al individuo participar del acervo cultural
de la nación
3ºLa gran masa de un pueblo no está constituida
por profesores ni diplomáticos. Quién se proponga ganar a las masas, debe
conocer la llave que le abra la puerta de su corazón. Esa llave no se llama
objetividad, esto es, debilidad, sino voluntad y fuerza.
4º La gran masa no es más que una parte de la
Naturaleza y no cabe en su mentalidad comprender el mutuo apretón de manos entre
hombres que afirman perseguir objetivos contrapuestos. Lo que la masa quiere es
el triunfo del más fuerte y la destrucción del débil o su incondicional
sometimiento.
5º La incorporación en la comunidad nacional,
o simplemente en el Estado, de un grupo convertido en clase social, no se
produce por el descenso de nivel de las clases superiores existentes, sino por
la exaltación de las esferas inferiores Tampoco
pueden ser gestoras de este proceso las clases superiores; eso está reservado
sólo a las clases inferiores que luchan por su derecho de igualdad. La
burguesía actual no llegó a engranarse en el Estado por obra de la nobleza,
sino gracias a su propio esfuerzo y a su propia directiva.
6º Este criterio nuestro unilateral, pero
justamente por eso, claramente definido, tienen que revelarse también en la propaganda
del movimiento, aparte de que es indispensable por razones de la propaganda
misma. La propaganda tiene que responder en su forma y en su fondo al nivel
cultural de la masa, y la eficacia de sus métodos deberá apreciarse
exclusivamente por el éxito obtenido.
7ºJamás se alcanzará el objetivo de un
movimiento político de reforma por medio de una labor de difusión meramente
informativa o llegando a influenciar a los poderes dominantes, sino únicamente
mediante la posesión del mando político
8º El nuevo movimiento es antiparlamentario
por su carácter y por la índole de su organización; es decir que en general,
así como dentro de su propia estructura, rechaza el principio de decisión por
mayoría, principio que degrada al Führer a la condición de simple ejecutor de
la voluntad y de la opinión de los demás.
9ºEl movimiento no ve su cometido en la
restauración de una forma determinada de gobierno en oposición a alguna otra.
Sino en el establecimiento de aquellos principios fundamentales, sin los cuales,
ni monarquía ni república pueden contar con una existencia garantizada. No es
su intención fundar una monarquía o consolidar una república, sino crear un
Estado germánico.
10º La cuestión de la organización interna
del movimiento es cuestión convencional y no de principio. No es la mejor aquella
organización que interpone entre la jefatura del movimiento y sus prosélitos un
aparatoso sistema intermediario, sino la que se sirve del menos complicado
mecanismo; pues no debe olvidarse que la tarea de organización consiste en
transmitir a un cúmulo de hombres una determinada idea, que primero surgió en
la mente de uno solo-y velar a su vez por la aplicación práctica de la misma
11º El futuro de un movimiento depende del
fanatismo, si se quiere, de la intolerancia con que sus adeptos sostengan su
causa como la única justa y la impongan frente a otros movimientos de índole
semejante
12º
Los secuaces de nuestro movimiento no deben temer el odio ni las vociferaciones
de los enemigos de nuestra nacionalidad y de nuestra ideología; por el
contrario, deberán más bien ansiarlas.
13º
Nuestro movimiento está obligado a fomentar por todos los medios el respeto a
la personalidad. No debe olvidarse que el valor de todo lo humano radica en el
valor de la personalidad; que toda idea y que toda acción son el fruto dela
capacidad creadora de un hombre y que, finalmente, la admiración por la
grandeza de la personalidad, representa no sólo un tributo de reconocimiento
para ésta, sino también un vínculo que une a los que sienten gratitud hacia
ella.
Después de estos postulados, el partido organizo asambleas que
se celebraban cada quince días, al principio fue difícil para los organizadores
del partido, pues no había respuesta a las invitaciones de la asamblea, y
siempre acudían solo los 7 representantes del partido, pero después se procuró con intensidad dar difusión
del movimiento. Entre tanto, el número
de los que frecuentaban las asambleas había ascendido a más de 200 y el éxito
fue brillante lo mismo en el aspecto exterior, que en el orden económico.
Quince días más tarde, la cifra había subido a más de 400.
A principios del año 1920 Hitler indujo a organizar el primer mitin. El presidente del
partido, señor Harrer, creía no poder apoyar su iniciativa en cuanto al momento
elegido y se decidió en consecuencia, como hombre correcto y honrado, a dejar
la presidencia. Antón Drexler fue el sucesor; Hitler personalmente me había reservado la
organización de la propaganda, poniéndome resueltamente a la obra.Para el 4 de febrero de aquel año quedó
fijada la fecha de realización de la primera gran asamblea popular del
movimiento, todavía casi desconocido hasta entonces. Los preparativos los dirigió
el mismo Adolfo Hitler.

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