El año 1938 marca, sin lugar a dudas, una etapa decisiva en
la historia del pueblo judío durante la Era del Nazismo. Ese es también un año
crucial dentro del sexenio presidencial de Lázaro Cárdenas en México, así como
en la triste historia de la República española. En este artículo analizamos la
actitud que México adoptó a partir de aquel año hacia los refugiados judíos,
comparándola con la que tuvo frente a los refugiados españoles. El presente
estudio forma parte de un amplio proyecto de investigación sobre el papel de
América Latina en el salvamento de judíos durante el Holocausto, que viene
realizándose en la División para América Latina, España y Portugal del
Instituto de Judaísmo Contemporáneo de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Las declaraciones de Cárdenas despertaron considerable
interés en Europa y atrajeron solicitudes de inmigración. Dos jóvenes
profesores de historia y geografía, Otto Langbein y un amigo suyo, que habían
logrado huir de Austria, presentaron sus solicitudes en Rotterdam; Karl Binder,
un alemán antinazi, la sometió en Suiza; y Max Tockus y Franz MÜller sometieron
en Praga solicitudes en nombre de cincuenta activistas antinazis escapados de
Alemania. Todos éstos eran no judíos que pedían asilo en México. Sus
solicitudes fueron transmitidas al Secretario de Gobernación, quien contestó a
todos en idénticos términos, diciendo que "La Ley General de Población
vigente prohíbe la inmigración de trabajadores extranjeros en su Artículo
84"6.
El Secretario de Gobernación, Ignacio García Téllez,
instruyó al delegado mexicano a la conferencia de Evian indicándole que, en
último extremo, ofreciera aumentar las cuotas y enmendar la legislación
vigente, con miras a mejorar las posibilidades de inmigración de los
refugiados. Ello debía hacerse sólo si el Presidente Roosevelt presionaba a
América Latina para ayudar con el problema de los refugiados. Después de la
conferencia, el delegado mexicano, Primo Villa Michel, informó deleitado al
Secretario de Relaciones Exteriores que no le había sido necesario hacer tal
oferta. Así, pues, a México no se le pidió aumentar su asistencia a los
refugiados alemanes y austríacos. Es más, las resoluciones vagas adoptadas en
Evian, en particular las relacionadas con el establecimiento del Comité
Intergubernamental pro Refugiados, proporcionaron una excusa al Secretario para
darle largas al asunto, afirmando que para poder elaborar su propio programa,
México debía recibir del Comité instrucciones claras acerca de los refugiados
de Alemania y Austria. Tales instrucciones no se habían recibido.
Entretanto, Adolfo Eichmann, encargado de la "solución
final del problema judío", seguía dedicado a "limpiar" a Austria
de judíos en el menor tiempo posible. Usando violencia y amenazas sistemáticas
de detención en campos de concentración, los nazis obligaron a la mayoría de
los 185.000 judíos y a muchos no judíos anti nazis a huir del país.

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